Este artículo y el anterior fueron publicados en el Nº 39 de la revista masónica Villard de Honnecourt (París 1998), editada por la Logia de Estudios del mismo nombre perteneciente a la Gran Logia Nacional Francesa (http://www.grandelogenationalefrancaise.com/). Junto con la Quatuor Coronati Lodge de Inglaterra, que existe desde hace más de 100 años y publica sus trabajos en Ars Quatuor Coronatorum, son dos de las Logias de Estudios más importantes de la Masonería actual.
Antología de Textos Herméticos
EL ARTE DEL ILUMINADOR
 
JEAN-LUC LEGUAY
Es incongruente que un iluminador hable hoy de su arte y no se dé a conocer, pero no lo es que un iluminador se esconda. Ya sea que no firme sus obras, ya sea que las firme con otro nombre.  

Es incongruente que yo viva hoy, en el plano de los pensamientos, como en los siglos IX, X y XI, pero transmito el 'savoir-faire' de esos siglos. Como los de esa época, creo en un Principio superior y en que hay un mundo visible y un mundo invisible, y que el iluminador es un puente entre estos dos mundos. Es en virtud de esto que un iluminador puede ubicarse y debe hacerlo. 

Incongruente también porque trabajando habitualmente para coleccionistas privados y no haciendo más que ejemplares únicos transgredo la regla proponiendo una publicación de un Perceval y la demanda del Grial iluminado, (Editions "Ipomée", Albin Michel, 1997). 

La razón de todo esto es que los iluminadores van camino de desaparecer; iluminadores que tienen una verdadera filiación transmitida por regulares según el modelo de todo arte sagrado, arte sagrado que es, por esencia, esotérico. 

Los racionales contemporáneos pueden pensar que pertenecemos a un pasado primitivo, un pasado lleno de supersticiones. Es cierto que hemos progresado en el plano tecnológico, pero pienso que no ha habido progreso en el plano espiritual desde el siglo XI. 

1 - Prólogo 
La iluminación es hoy un arte pasado de moda y frecuentemente olvidado del gran público. En efecto, aparte algunos coleccionistas privados, no se encargan libros iluminados. Los raros iluminadores que existen continúan sin embargo perpetuando y transmitiendo su arte. 

No evocaremos aquí la historia de la iluminación ni las diferentes escuelas. Se tratará simplemente del testimonio de un artesano intentando hacer que viajéis al mundo del arte del iluminador. 

Si fuese necesario hablar de este arte, diríamos que el iluminador, artesano de luz que trabaja en la sombra, va camino de desaparecer. Su arte, que viene de los orígenes de los tiempos por una transmisión ininterrumpida de maestro a discípulo, corre el peligro de terminarse con la desaparición de esos dinosaurios que son los iluminadores. Si se rompiera un eslabón todo se habría perdido para siempre, y el lector de mañana miraría entonces las iluminaciones como imágenes que encierran un misterio inaccesible; sería separado en cierta manera de una vía que puede llevarle de nuevo a sus propios orígenes. 

La iluminación tiene ese poder de llegar a lo más profundo de nosotros ya que: 

- participa de este mundo y del otro, 
- es el punto de unión entre lo visible y lo invisible, 
- es un camino que permite instaurar un diálogo entre el hombre y Dios; Dios contemplado como Principio de todas las cosas.
Sea cual sea la sensibilidad con la que el lector aborde la iluminación, ésta debe operar en lo más profundo de nosotros una transformación, una transmutación. Para que llegue a ser operativa, hace falta que el lector sea como los niños que miran las imágenes de un libro y sueñan en un pequeño detalle. El niño entra entonces en un imaginario, en otra realidad.  

La iluminación, como los sueños, nos revela secretos; nos hace entrar en nuestro mundo interior, en nuestro imaginario, con claves, enigmas sobre nosotros mismos que nos es preciso descifrar y resolver; como la música, la iluminación nos hace participar en una armonía interior. 

Así, la iluminación nos arrastra al mundo de la emoción pura, de la imaginación pura. Puede tener esta función ya que: 

- la iluminación es luz (illuminare), 
- es manifestación del grado de realización espiritual del artesano, 
- es manifestación de su iluminación interior, visión extática de otro mundo, de un estado espiritual que el iluminador ha alcanzado por su arte; arte que es una verdadera demanda mística, demanda iniciática, búsqueda del camino que lleva a la perfección, que no tenemos la pretensión de poder alcanzar pero hacia la que tendemos como hacia un absoluto.
Veamos varias interpretaciones de la palabra iluminador, mirando cómo ella está formada: 
1 - Lumen, en latín = luz.
Mineur: ministro en tanto que servidor.
El iluminador (enlumineur en francés) sería pues el servidor de la luz
2 - Lumen: luz
Mineur, en el sentido de mineral, de minero; el iluminador sería pues el que cava para encontrar la luz, el que desciende al fondo de la tierra para encontrar la luz escondida.
3 - El mineral nos remite también al hombre de barro, el hombre rojo, el Adán, al hombre de los orígenes, uniendo en cierta manera al iluminador con los tiempos del comienzo.
4 - Otro aspecto de la palabra Iluminador aparece cuando se consideran las letras L M N, que, en el orden mismo del alfabeto, formaban parte de las ciencias tradicionales a descifrar: 
L M N
Luz Muerte iniciática Nacimiento
Logos    
Libro Materia Naturaleza
Talón que permite medir el espacio Madre  
La palabra iluminador podría pues igualmente significar, la luz que siembra la madre Materia para dar a luz a la naturaleza, un nuevo nacimiento.  

2 - El problema de las filiaciones 
En la iluminación, se puede considerar que existe por un lado la materia y la forma y por otro el espíritu y el fondo. 

- La materia es lo que se adapta según la civilización y las épocas. La forma exterior no tiene ninguna importancia para el iluminador. 
- El fondo es lo que es arquetípico, lo que viene transmitido por la ciencia sagrada.
Para los investigadores contemporáneos es difícil establecer las filiaciones de las diferentes escuelas de iluminadores ya que no pueden apoyarse más que en la forma exterior. Por ejemplo en la manera de hacer los pliegues de un vestido o en la manera de hacer las ornamentaciones.  

Difícil, ya que la verdadera filiación se hace por el fondo, es decir por una transmisión de la ciencia iniciática y por un rito, lo que desorienta a los investigadores. Puede, por ejemplo, haber dos iluminadores, uno en España y otro en Holanda, cuyas formas de expresión exterior son completamente diferentes pero que pertenecen de hecho al mismo rito, a la misma filiación. 

En efecto, el iluminador que viaja y que ha llegado a un cierto grado de maestría de su arte, quiere fundirse en el alma del país en el cual va a trabajar; para ello hará iluminaciones según los estilos que convienen a la mentalidad de las personas a quien se dirige. 

Si puede hacerlo es por que de hecho se remonta en consciencia a la tradición primordial, única, de la cual las formas son simplemente otras tantas expresiones diversas, adaptaciones a las condiciones mentales particulares, de acuerdo a las circunstancias determinadas de tiempo y de lugar. 

Podrá servirse de una u otra de las formas de estilo para traducir mejor un pensamiento de una civilización, de un país; y es legítimo que pueda hacer uso de las diferentes formas puesto que, partiendo de su principio común, conoce realmente la equivalencia. 

Se comprende así las dificultades de los especialistas para establecer una historia de la iluminación, ya que haría falta para ello que entrasen en una escuela iniciática de iluminadores. ¡Ay!, la mayor parte de esas escuelas han desaparecido, la cadena se ha interrumpido. 

3 - ¿Cómo se llega a ser iluminador? Mi historia 
Coreógrafo de teatros y de bailarines estrellas de renombre internacional, se me planteó un problema de cara a mis creaciones coreográficas. Encontraba que el mensaje que hacía llegar a través de mis ballets era insuficiente. 

Comencé entonces a interesarme por las danzas tradicionales para hallar una fuente de inspiración. Abordé así el estudio de la gesticulación en las danzas sagradas del Mediterráneo, gestos que narran los mitos y que llevan al bailarín a trances extáticos. 

A través del baile, me interesé en la gesticulación de los iluminadores. Delante del misterio de esas imágenes del pasado, tuve sed de comprender esos gestos fijos de un ritual olvidado. 

Mi amor por el arte de la iluminación creció y comencé mi búsqueda para hacerme iluminador. 

La tarea era más difícil de lo que pensaba. Dondequiera que me volvía, veía pintores, ilustradores, artistas de talento que copiaban iluminaciones en el estilo de tal o cual época, pero mi desesperación aumentaba pues no encontraba maestro que pudiese enseñarme. 

Por fin, en Nápoles, reconocí al Maestro. Intenté unirme a él; fue difícil convencerle. 

Mis primeros trabajos: escobar la sala de dibujos, desleír las tintas y los pigmentos, y preparar los pergaminos a fin de adquirir los conocimientos elementales que son la base de la ciencia. Progresivamente, como un celebrante, los gestos participaban del espíritu. 

Estudié la geometría, y aprendí que lo que llaman geometría es la filosofía ("que nadie entre aquí si no es geómetra"). Por fin abordé los textos sagrados: la Biblia, el Corán, los escritos de los Padres de la Iglesia, el Zohar, etc. 

Así se me ha comunicado los secretos, y he comprendido que la garantía de nuestro secreto reside en nuestra ciencia misma. No basta con hacer investigaciones históricas o científicas para adquirir esta ciencia, debemos comprendernos, y no podemos hacerlo más que teniendo la inteligencia natural necesaria, es decir la cualificación interior, la inteligencia espiritual y la voluntad de realizar los trabajos preparatorios. 

El antiguo valor de la palabra ciencia se halla en consciencia. 

Todo gesto de un oficio tradicional es un gesto ritual. Este gesto de oficio, cuanto más perfecto es, más se acerca a un arquetipo divino, al gesto mismo de aquel que ha construido el universo. 

Así, el iluminador, en nombre de su progresiva realización espiritual interior, perfecciona su gesto. Glorifica el trabajo pero él mismo es glorificado por el trabajo. 

4 - La geometría 
El iluminador construye sus imágenes partiendo del rectángulo de oro, el "rectángulo divino" que es el libro abierto, y de su propia medida (ver plancha), de la misma manera que se construían las pirámides y las catedrales. El templo vivo que es el cuerpo humano es la base misma de esas construcciones. 

 
 
5 - La perspectiva 
La persona que mira una iluminación se sorprende a menudo por la forma extraña de los objetos situados en un espacio: 
- sea porque parecen vistos de varios lados a la vez, 
- sea porque parecen inestables y el espacio no tiene frecuentemente profundidad, o tiene poca, 
- si se examina los cuerpos, las caras, están a menudo representados de una manera que parece torpe; pero, por otra parte, se constata tantas calidades artísticas y técnicas que difícilmente se puede considerar que los iluminadores no saben pintar y que sus obras son el resultado de un arte primitivo.
Así el espacio no es una ventana por la cual la persona que mira debe penetrar, como en la perspectiva lineal, en un mundo representado, sino que el espacio es un lugar de presencia, un mundo que resplandece y en el cual el espíritu humano está inmerso.  

El mundo irradia entonces hacia aquel que se abre para recibirlo. Cada objeto, cada personaje, no estando sometido al constreñimiento de la perspectiva lineal, puede entonces resplandecer según su poder o su autoridad espiritual. 

 
6 - El trabajo 
Cuáles son las herramientas: 
- El pergamino, 
- las tintas (una de ellas fabricada a partir de espinas de acacia recolectadas en una fecha precisa y llamada VITRIOL), 
- la pluma de ganso, el cálamo, 
- los pigmentos, realizados a partir de tierra, de vegetales, de animales a menudo oriundos del país de donde viene la leyenda, 
- las colas, 
- el oro (el polvo de oro, o "reunir lo disperso").
7 - El Grial 
El Perceval, texto medieval de Chrétien de Troyes, de un anónimo y de Robert de Boron, editado hace unos meses, me ha requerido dos años y medio de trabajo.  

Este texto ha sido elegido porque puede dirigirse lo mismo a los niños que a los adultos. Los niños son transportados al mundo de la aventura a través de los caballeros de la Tabla Redonda y sus combates. Los adultos, bajo la aparente sencillez del texto, pueden hallar un sentido superior que transmite la ciencia sagrada. Mi papel era dar claves por medio de las iluminaciones, iluminar el texto para que éste vuelva a ser 

Verbo vivo 
Palabra de Luz

La Luz y la Palabra, en el Génesis y en el Prólogo del Evangelio de Juan, son los dos aspectos del hálito creador original de Elohim. 

La iluminación tiene por función restituir al texto la Luz, para darle su papel de Verbo. 

8 - Conclusión 
Desde generaciones, la tradición de lo escrito ha movido a los artistas hacia una obra de iluminación de un mensaje espiritual. 

Tal es la transmisión del iluminador que, desde la primera letra sobre el papiro o el pergamino, traza la imagen que va a presidir la lectura del texto. 

Después, en el fuera de texto, la página entera le es ofrecida para la creación pura: colores, trazos, oro y plata van a tocarse y reconocerse a fin de hacer cantar a esta cosmogonía donde la armonía y la estética serán los maestros de obra de lo imaginario. 

Para el lector, basta penetrar en la contemplación de los símbolos, y el texto se iluminará. El libro vendrá a ser Verbo vivo en lo más profundo de su corazón, de su Santo Grial, que llevamos en cada uno de nosotros. 

Mi papel de iluminador, por modesto que sea, es trabajar con todos los artistas del libro (escritores, encuadernadores, editores ...) para volver a dar a nuestros contemporáneos las claves que les permitirán realizar una verdadera búsqueda del ser. 

El iluminador permite al lector partir hacia un verdadero viaje espiritual. 

Como lo hemos visto, el lector penetrará por la geometría en un espacio de proporciones divinas, espacio sagrado en el cual el viaje interior que el lector emprenderá será un viaje celeste, según una geografía sagrada, según una cosmografía sagrada. 

Liberado del tiempo y del espacio profano, el lector será sumergido en su original, ligándolo así al principio de todas las cosas. 

Traducción: Miguel A. Aguirre
 
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