El trabajo que hoy traducimos del francés, Les Ymagiers du Graal, fue publicado en la revista masónica Villard de Honnecourt (nº 26, primer semestre 1993), de la que ya hemos dado a conocer otros estudios. El Album del arquitecto medieval que da nombre a dicha revista ha sido publicado en castellano por Ed. Akal (Villard de Honnecourt, Cuaderno, siglo XIII, Madrid 1991); puede leerse un comentario sobre el mismo en Federico González: "Tradición Hermética y Masonería".
Antología de Textos Herméticos
LOS IMAGINEROS DEL GRAAL
PAUL G. SANSONETTI

Oso. Villard de Honnecourt.Al contemplar la obra de Villard de Honnecourt, descubrimos cierto número de figuras que evocan directamente temas fundamentales presentes en la literatura artúrica.   

Así ocurre con la imagen del laberinto cuyo trazado nos recuerda que, para Perceval y otros valientes, la búsqueda del Graal pasa por numerosos caminos que se complican sin motivo, se enredan y finalmente se pierden... para encontrarse al final de la prueba. Pero el dédaloCisne. Villard de Honnecourt. concebido por nuestro imaginero se inscribe en un círculo que marca los ejes cardinales. En el trazado complejo aparece un signo ya presente en la edad de bronce: la rueda solar. Ahora bien, sabemos que el Graal se convierte en sol y esto desde su primera evocación en el Perceval de Chrétien de Troyes. El dédalo de pruebas por las que pasan obligatoriamente los caballeros en busca del vaso milagroso los prepara para la iluminadora revelación que simboliza este vaso.  

Sobre varios dibujos, el artista ha figurado el árbol de la vida. Imagen que reconduce a la del árbol Axis Mundi cuyas alusiones son frecuentes en los relatos artúricos. Pero son otras composiciones de Villard las que retienen más particularmente nuestra atención. Una de entre ellas reúne el oso y el cisne, dos animales que evocan directamente un misterio indisociable de las regiones boreales del mundo. No olvidemos que el nombre de Arturo deriva de Arctus (el oso). El príncipe que reúne la ejemplar caballería de la mesa redonda alude directamente al tema de una realeza "polar", quedando claro que la constelación de la osa menor brilla en la cima del cielo. En cuanto al cisne, animal emblemático de Apolo hiperbóreo y del caballero Lohengrin, simboliza la pertenencia a un estado supra-humano, resplandeciente de sol y de escarcha. Este dibujo de Villard nos evoca también la estatua yacente del célebre duque Jean de Berry (1340-1416) que reúne las imágenes del oso y del cisne, ilustración de la enigmática divisa "Ursine el tiempo llegará", "Ursine" significaría oso-cisne y la divisa anunciaría la venida de una edad situada bajo el simbolismo de los dos animales "boreales". A los pies de la estatua yacente está esculpido un osezno en el cual es tentador reconocer la constelación que marca el centro -y la cima- del cielo boreal. Añadamos que San Ursino es el patrón de la ciudad de Bourges, capital del Berry.  

esvástica. Villard de Honnecourt.Todavía más significativos aparecen ciertos dibujos de Villard formados a partir de un motivo que René Guénon considera como el "signo polar", también llamado la esvástica. Lo observamos adornando un disco y compuesto de un cuádruple motivo vegetal y que gira, sobre la tumba de un sarraceno... o subrayando la postura de un personaje arrodillado. O aún formando una singular composición que repite cuatro veces, la silueta de un imaginero blandiendo su martillo para acabar de esculpir el pie de una estatua.

Imaginero masón. Villard de Honnecourt. 
El origen boreal   
Diversas tradiciones indo-europeas se ponen de acuerdo para mencionar una misteriosa tierra boreal que frecuentemente evoca a una edad de oro (o de perfección) y que es sede de una supra-humanidad. Es así como la India habla de Çveta dvàpa (la isla blanca) idéntica a Jambudvipa, el continente que domina el Meru, "montaña fabulosa de oro"
1 y sinónimo de polo. Morada de los bienaventurados, este lugar es la sede de Tejas, término sánscrito que designa la luz de gloria o fuerza vital que confiere poder, influencia moral o mágica y autoridad.2 Para el Irán mazdeo, el var (el palacio) de Yima (el rey primordial) se encuentra al norte. El var, tipo de ciudadela subterránea que alumbra el Xvarnah (la luz de gloria) y donde permanecen las semillas de los seres perfectos.    

Centro espiritual de Grecia, Delfos estaba consagrado a Apolo Hiperbóreo. La evocación de este dios se aureola de luz dorada o se colorea de la blancura de los cisnes y del reverdecimiento inmutable de los laureles (traídos a Grecia por Apolo después de su residencia hiperbórea). En fin, para los Celtas de Irlanda, se trata de cuatro islas boreales, en el norte del mundo,3 donde ha nacido el pueblo de la diosa Dana. De estas islas nórdicas, este pueblo aporta a Irlanda cuatro talismanes reales cuyo recuerdo iba a constituir la leyenda artúrica: la lanza del dios Lug, el caldero de la abundancia (ancestro del Graal), la piedra de soberanía (colocada en el centro de Irlanda) y la espada de Nuada, forjada en la isla boreal de Findias (es decir "la blanca"), imagen emparentada con la isla blanca de la tradición india. A la llegada de los Goidels (que representan la condición humana) a Irlanda, el pueblo mágico de Dana abandona el espacio geográfico visible y medible de la isla para establecerse en otro espacio. Un espacio que escapa a la percepción ocular y que los celtizantes denominan el otro mundo mágico. Allí van a recrear reinos de los cuales algunos evocan directamente el archipiélago boreal original. Y muy particularmente en lo concerniente a Emain Ablach, la isla de los manzanos convertida en la misteriosa Avallon de los relatos artúricos. En un texto irlandés, El viaje de Bran, se nos dice que Emain Ablach es sostenida por cuatro pilares de oro y que una bruma blanca (de nuevo este color) la recubre.  

Bajo una forma transpuesta, ese "en otra parte" mágico es mencionado frecuentemente en las novelas de caballería. En efecto, más allá del reino artúrico que centra la Mesa Redonda, existe un espacio que escapa a cualquier topografía. Los valientes que se aventuran en él sin saber que atraviesan los límites de las tierras conocidas descubren magníficos castillos llenos de prodigios y de encantamientos.  

El otro mundo de los relatos de Irlanda se manifiesta emblemáticamente. Así en un cuento, La Courtise d'Etaine, los dos héroes pertenecen al pueblo de Dana y después de un largo exilio entre los hombres se convierten en cisnes para alcanzar ese otro lugar mágico. Cisne. Villard de Honnecourt.Su forma sutil -ese doble del que hablan otras tradiciones- se reviste de una blancura directamente evocadora del origen boreal. Un origen sinónimo él mismo de pureza y perfección. Que el doble se metamorfosee en cisne o que este animal vehicule a un héroe (tal como Lohengrin) o un dios (Apolo), el plumaje inmaculado refleja la nieve o el hielo. A veces, como en el Perceval de Chrétien de Troyes, la oca reemplaza al cisne. O bien, otra manifestación de la otredad mágica, un ciervo blanco se muestra a los valientes arturianos: cuando la instauración de la mesa redonda (en el Merlín de Robert de Boron) o en la Segunda Continuación (de Wauchier de Denain).  

De la nieve al hielo y de esta sustancia invernal y polar a los materiales como el vidrio o el cristal, el deslizamiento de imágenes se realiza sin esfuerzo mediante un juego de equivalencias mito-poéticas. Así Tristán habla de este fabuloso "país de los vivientes" (denominación directamente prestada del legendario irlandés) donde, en el interior de un palacio de vidrio, una habitación de cristal completamente soleada espera a la bella Isolda.4 Parecido habitáculo está presente en los relatos de Irlanda, ya se trate de La Courtise d'Etaine o de la Historia del héroe Art.5  

Parecido a la blancura, se podría subrayar la importancia del color verde. De mármol verde es el palacio mágico al que llega el caballero Guingamor persiguiendo un enorme jabalí blanco. Aquí el ciervo blanco es reemplazado por un animal fabuloso que evoca el término sánscrito Varahi, esa "tierra del jabalí" que, según René Guénon, es el equivalente para la India de la Hiperbórea de los Griegos.6 De color verde, por la hierba que lo recubre, aparece el monte Doloroso en cuya cima resplandece un pilar de cobre dorado. Allí, como nos cuenta Wauthier de Denain en su Segunda Continuación, Perceval, en tanto que mejor caballero del mundo, recibirá de la hija de Merlín una capa verde. Completamente vestida de verde se aparece la dama llamada Rubia Esmeralda al valiente Bello Desconocido. Y el broche de su abrigo igualmente verde le fue ofrecido por una hada residente en "la isla del mar de hielo";7 evidente alusión a las tierras boreales y a esa última Tula buscada por Pytheas. Sería posible multiplicar los ejemplos en que el color verde marca una imagen de centralidad (un polo simbólico, como el monte Doloroso). Así con la esmeralda gigante unida a un pino inmenso (el Axis Mundi) de la mágica Fuente de Barenton en el relato de Chrétien de Troyes titulado Yvain.  

El símbolo polar  
Cuatro pilares de oro sostienen Emain Ablach, y este número, sinónimo de estabilidad y de centralidad, encuentra eco en diversos relatos artúricos. Como para anunciar que allí donde aparece un cuaternario el lugar hace alusión a la isla de los Manzanos; ella misma constituye el equivalente de las cuatro islas boreales de donde ha nacido el pueblo de Dana. Es así como cuatro columnas de bronce (sobre las cuales descansa la campana de una imponente chimenea) se levantan en el centro de la gran sala perfectamente cuadrada
8 en el castillo del Graal, como nos lo cuenta Chrétien de Troyes. Sala solemne si la hay, pues allí, procesionan el precioso vaso y los objetos sagrados que lo acompañan. Ahora bien, como ya lo había mostrado el añorado Jean Marx, el Graal y los demás objetos derivan de aquellos traídos de las islas boreales. Esta sala cuadrada, centrada por cuatro columnas haría pues alusión, por una parte, a Emain Ablach y, por otra, a las cuatro islas del Norte. Con este lugar, tan importante para los relatos artúricos, la leyenda del Graal incorpora una figura trazada por Villard de Honnecourt.  

Se trata del motivo, ya mencionado, que representa por cuatro veces un imaginero acabando de esculpir una estatua. Motivo que incorpora el trazado de una esvástica.  

En varias obras, René Guénon ha puesto en evidencia la significación de este signo: la esvástica es principalmente un símbolo polar. Por su centro pasa el eje del polo y sus cuatro brazos en escuadra pivotan alrededor de este eje. En la tradición india, la esvástica adquiere todo su significado ya que se la centra sobre el monte Meru (y por tanto sobre la isla Blanca). En consecuencia, y puesto que se trata de un símbolo del cuaternario con sus cuatro brazos, es posible relacionarlo con las islas boreales del celtismo irlandés. Y, además, la esvástica, frecuente en el arte celta, marca esta incontestable imagen de centralidad (idéntica en su significación a la noción de polo) que constituye el ómfalos de Kermaria (cerca de Pont-l'Abbé).9

Heredada del celtismo y de las invasiones germánicas,10 la esvástica aparece más raramente en la época medieval, aun cuando se descubran representaciones variadas de ella en el arte heráldico, como lo atestiguan algunos ejemplos que reproducimos a continuación:  

Escudos con esvásticas. Villard de Honnecourt.
Por esta misma rareza, la presencia de la esvástica en la obra de Villard de Honnecourt merece toda nuestra atención. Pero antes, hemos de volver sobre el trazado de la sala del Graal.   

Si un lugar tan solemne representa el centro boreal (o polar) -es verdad que no abiertamente, pero sí de manera que deja al lector descubrir su escondida significación- conviene interrogarse sobre su posible relación con la esvástica. En la lectura del relato, no aparece ninguna traza aparente de este símbolo y sin embargo cabe suponer que interviene en la génesis arquitectural del lugar. En efecto, la situación exacta de las cuatro columnas que ocupan (y forman) el centro de la sala perfectamente cuadrada implica la cuádruple disposición de la escuadra según el trazado siguiente:  

Esuadras formando la esvástica. 
Motivo en el cual, como vemos, se inscribe fácilmente el dibujo de Villard. ¿Tuvo este último conocimiento del relato de Chrétien de Troyes? La obra era lo suficientemente célebre como para haber suscitado las diferentes Continuaciones y el imponente Lancelot en prosa, y para que un creador de imágenes tal como Villard no la ignore. Recordemos que solamente algunos decenios separan a nuestro arquitecto picardo del autor del Perceval. Pero lo que aquí importa, es principalmente una coincidencia de imágenes entre una composición de Villard y, copiando una bonita fórmula a Gilbert Durand, ese "decorado mítico" constituido por la gran sala del Graal. Tanto más cuanto que el dibujo que representa un imaginero dando forma a una estatua, se inscribe en el signo polar y que la sala del Graal debe permitir al héroe esperado (en este caso Perceval) "tomar forma" en el misterio boreal que dicha sala (en tanto que cuadrado centrado) y los objetos sagrados (que lleva como comitiva) manifiestan.   

Contemplando esta composición de Villard, descubrimos otro dibujo lindante y que, al menos en apariencia, parece no tener ninguna relación con el que merece nuestro mayor interés. En apariencia... ya que, en realidad, las analogías que establecen el macrocosmos zodiacal y el microcosmos figurado por el cuerpo humano permiten entrever un vínculo posible entre ambos dibujos. Tres peces. Villard de Honnecourt.La segunda composición muestra tres peces unidos por una única cabeza, motivo que evoca el triskèle de la tradición celta. Sabemos que en la fisiología simbólica, los pies están gobernados por el signo astrológico de Piscis. Y el imaginero cuádruplemente posicionado en esvástica esculpe el pie de su estatua. Parecido tema, que ilustra los vínculos sutiles que existen entre el cuerpo humano y figuras de la bóveda estrellada recuerda extrañamente que el rey del Graal es "méhaigné" puesto que, dice el relato, sus piernas están paralizadas. Este personaje es igualmente llamado "rey pescador".11 Ciertamente, aparte de Piscis, otros tres signos del zodíaco gobiernan las piernas (Sagitario, Escorpio, Acuario); pero la imagen de la pesca, única actividad entretenida a la que puede librarse el rey, designa muy particularmente los pies (asociados pues al símbolo astrológico de Piscis). Añadamos que la tierra de este rey, como para responder a la condición de "méhaigné", es calificada de "gaste" (estéril), y los pies son la parte corporal directamente en contacto con la tierra.  

El drama del "méhaigné" y de su tierra, junto al misterio del lugar solemne donde procesionan el Graal y los objetos, debe ofrecer al héroe la ocasión de una toma de conciencia. Lo que no se producirá, ya que Perceval todavía no tiene más que una percepción muy parcial de la sacralidad transformadora de este lugar y del ritual que allí se celebra. La toma de conciencia esperada por el rey y su maisnie, habría conducido al héroe "a tomar cuerpo" -a tomar forma- en una nueva caballería. La sala del Graal, elaborada, como suponemos, según el cuádruple posicionamiento en esvástica de la escuadra, constituye el lugar privilegiado donde Perceval debe ser "transformado" para acceder a una condición más alta que aquella exigida por la excelencia caballeresca de la Mesa Redonda. Villard y Chrétien parecen decir que toda creación superior, tanto la de un maestro imaginero como la de un rey formador de caballeros, se opera a partir de una centralidad polar. Este tipo de creación "toma cuerpo" en una espacialidad donde a través de la esvástica -figura cuadrada pero que visualmente evoca un movimiento rotativo- se pasa del cuadrado terrestre, que representa la condición humana, al círculo celeste que simboliza los estados suprahumanos. O, si se prefiere, para seguir con un simbolismo caro al compañerazgo y a la Franc-Masonería -a los "hospederos del buen Dios" como decía la Edad Media- es posible traducir esta traslación del cuadrado al círculo por la unión de la escuadra y el compás. Ahora, descubrimos en la Segunda Continuación una historia que ilustra ciertos temas mencionados.  

La nave del cisne  
Una noche, cuando desde su palacio el rey Arturo contempla una tempestad que atormenta el mar, una luz despunta a lo lejos... Una luz que se acerca a la orilla. Se trata de una barca tirada por un cisne y que dos grandes cirios encendidos iluminan. ¿Cirios que queman a pesar del viento y la tempestad? Cisne. Villard de Honnecourt.Eso es un fenómeno que marca ya el carácter sobrenatural de esta embarcación. El cisne "tenía un collar de oro al que iba unida una cadena de plata"
12 atada a la nave y por la cual el acuático pájaro arrastra la embarcación. En este esquife, Arturo y su corte ven el cuerpo de un personaje lleno de majestad y "revestido de una túnica de seda chapada en oro".13 Y el relato añade "el rey no había visto jamás el cadáver de un tan hermoso señor".14 En su pecho estaba clavado un hierro de lanza. En fin, un mensaje retirado de sobre su cuerpo precisa que el caballero llamado a retirar este hierro deberá vengar su muerte. En Guerrehès, hermano de Gauvain, recaerá el honor de cumplir semejante hazaña.  

El texto insiste en la belleza del difunto. Una vez introducido en el palacio de Arturo, este último exclama delante de su corte:  

"Nunca había visto un hombre tan bello."15  

Y esta prestancia junto al hecho de que el caballero muerto es "grande y fuerte",16 parece designarle como un ser apolíneo. Lo que podría igualmente simbolizar el dorado de su túnica y, en la nave, la disposición del cuerpo extendido sobre "una tapicería de seda bordada en oro fino".17  

El cisne, animal emblemático del tema griego de la hiperbórea y del céltico del Otro Mundo, lleva un collar de oro. Este objeto circular parece tanto más alusivo a la primera Edad de Hesíodo cuanto que la cadena que sujeta es de plata. A la perfección representada por la circularidad del collar que toma forma en la sustancia apolínea, le sucede un metal simbólico de la segunda Edad. Aquí, la imagen de los eslabones parece anunciar el principio de un desarrollo en el tiempo -y no de una duración que se cierra en ella misma y sinónimo de plenitud (como lo traduciría un anillo o un collar). Esta cadena sería de alguna manera la transposición del principio del "encadenamiento de los acontecimientos" inherente al periodo posterior a la Edad de Oro. El bronce que, en el enunciado de Hesíodo sucede a la Plata no es mencionado. Pero, por sus imponentes proporciones, los cirios parecen concebidos por colosos que poblaron la Tercera Edad. "Arturo nunca los había visto tan grandes",18 dice el relato. En fin, el hierro de la lanza hundido en el cuerpo de este difunto (tan apolíneo que evoca la perfección original) es una metáfora de los últimos tiempos, esta Edad de Hierro análoga al Kali Yuga de los hindúes.  

Guerrehès, valiente hermano de Gauvain, vengará al caballero muerto en una aventura desarrollada en tierras lejanas. Después la nave de los cisnes reconducirá a este hombre de pro cerca de Arturo. Una misteriosa dama acompaña a Guerrehès y declara en la corte que viene a buscar el cuerpo del difunto para devolverle al reino del cual, hace tiempo, era rey ... un reino que se adivina pertenece al Otro Mundo mágico. El pájaro inmaculado ha regresado pues hacia el rey blasonado por la osa estrellada a fin de retomar al ser de total perfección pero que los maleficios de la última Edad han convertido en yacente. La dama anuncia entonces que "el caballero tal vez no esté verdaderamente muerto" ya que "nació de una hada inmortal y, dice, cuando sea devuelto a su reino un prodigio se cumplirá".19  

Por estas palabras, comprendemos que la perfección de la Edad original tiene el poder de resucitar. De esta Edad, si hay que creer a las tradiciones, nos han llegado mitos y símbolos. A veces retomados por poetas como Chrétien de Troyes y sus continuadores; a veces, como tomados al vuelo por un imaginero como Villard de Honnecourt. Gracias a estos artistas, hemos tenido la oportunidad de intentar penetrar sus significados. Y ¿no constituye este punto una ocasión para anticipar, aunque sea sólo alguna cosa, acerca de la Edad de luminosas plenitudes apolíneas que, se dice, debe volver al final del presente ciclo oscuro marcado por el metal de Marte?. Traducción: Antonio Guri 

Oso y Cisne. Villard de Honnecourt. 
 

Antología
  
NOTAS
1 Cf. Le Dictionnaire sanscrit-français de N. Stchoupak, L. Nitti y L. Renou, Adrien Maisonneuve edit. (París, 1972), pág. 576.
2 Ibid., pág. 289.
3 Cf. L'épopée irlandaise, traducción de Georges Dotti, presentación y notas de Jean Markale, Les Presses d'Aujourd'hui edit. (París, 1980), pág. 17.
4 Cf. Le roman de Tristan et Iseut, por Joseph Bédier, 10/18 edit. (París, 1983), pág. 163.
5 Como recuerda Jean Markale en L'épopée celtique, Payot Edit. (París, 1979), pág. 189.
6 En Symboles fondamentaux de la Science sacrée, N. R. F. Gallimard edit. (París 1979), págs. 178-179. [Ed. castellana actual: Paidós, Barcelona 1995]
7 Cf. Le Bel Inconnu, novela de aventuras del siglo XIII, traducida al francés moderno por Michèle Perret e Isabel Weill, Honoré Champion edit. (París 1990), pág. 64.
8 En Le roman de Perceval ou le Conte du Graal, [ed. castellana en Siruela, Madrid 1992] publicado a partir del manuscrito francés 12576 de la Biblioteca Nacional por William Roach, Librairies Droz et Minard edit. (Genève-París 1959), vers. 3083-84:
   "En la sale qui fu quarree,
    Qu'ele ert autant longue com lee".
9 Este ómfalos esta expuesto en el Museo de las Antigüedades Nacionales en Saint-Germain-en-Laye. Sobre el ómfalos y la noción de polo, cf. René Guénon, Le Roi du Monde, N. R. F. Gallimard edit. (París 1958), pág. 78. [Cárcamo, Madrid 1987]
10 Para el eminente runólogo Wolfgang Krause, la svástica es, en el antiguo mundo germánico, el signo de lo divino.
11 En efecto, al no permitirle su dolencia entregarse más a los placeres de la caza, el rey "méhaigné" se dedica en adelante a la pesca.
12 En La Première Continuation du Roman de Perceval, texto establecido en francés moderno por Henri de Briel, Librairie C. Klincksieck (París 1972), pág. 103. [Troyes y sus continuadores: El cuento del Grial, Siruela, Madrid 1995]
13 Ibid., pág. 102.
14 Ibid.
15 Ibid., pág. 103.
16 Ibid., pág. 102.
17 Ibid.
18 Ibid.
19 Ibid., pág. 112.