Antología de Textos Herméticos

EL PENSAMIENTO CHINO:
LOS NUMEROS
(FRAGMENTO)

MARCEL GRANET
2ª Parte (cont. y fin)

Como los Elementos (cuando se los dispone en cruz), los Trigramas, desde que se los orienta, toman un valor numérico: ellos también tienen por emblemas a los números que sirven de índices para su localización en el Espacio-Tiempo, y es mediante estos números que se revela su orden constitucional. Un mismo sistema de postulados se halla pues en la base de las dos ordenaciones (cuadrado o cruz numéricas) que proporcionaban a los antiguos Chinos imágenes del Mundo juzgadas complementarias más bien que opuestas. Desde la época del Hong fan, el orden constitucional de los Elementos se traducía dibujando una cruz numérica; el cuadrado mágico que pone de manifiesto el orden constitucional de los Trigramas no debe gozar de un prestigio menos antiguo.

Este prestigio estalla en las tradiciones recogidas bajo los Han76 por el Ta Tai li ki y por Tcheng Hiuan, pero es el Hi ts'eu el que permite comprender las razones de dicho prestigio.

Llamados por su oficio a manipular fichas adivinatorias, que son también fichas de cálculo, los Maestros del Hi ts'eu habían elaborado una teoría de la adivinación que se apoyaba en la ciencia de los Números. El arte de disponer y de combinar emblemas adivinatorios se confundía para ellos con el arte de las combinaciones numéricas.

En un pasaje que se refiere a la disposición octogonal de los Trigramas, y en el cual estos últimos son expresamente asimilados a Números, el Hi ts'eu los presenta agrupados de manera que se oponen diametralmente, estando todas estas oposiciones, parece ser, gobernadas por la fórmula 3 x 5. Los comentaristas ortodoxos no dan de este pasaje más que una glosa vacía de toda apariencia de sentido77. En cambio, ciertos intérpretes indígenas han querido ver aquí una alusión al cuadrado mágico de centro 5, en el que las parejas de números exteriores que se oponen diametralmente suman siempre un total de 10, si bien el total de los tres números [centro (5) incluido] dispuestos en una misma línea es necesariamente igual a 15.

El pasaje es demasiado oscuro como para que se pueda tener en cuenta esta interpretación seductora, pero conviene retener la importancia atribuida al número 15. Esta se halla afirmada por hechos que se insertan en una tradición inmemorial.

Los adivinos que se servían del Yi king para descifrar los símbolos adivinatorios denominaban con ayuda del número 9 a las líneas yang de las diversas figuras y con el número 6 a las líneas yin. Estas denominaciones se explican por el hecho de que la relación del Yin con el Yang representa la relación de la Tierra con el Cielo y, por lo tanto, de lo Cuadrado con lo Redondo. Esta razón78, que es de 2 a 3, puede expresarse mediante los números 6 y 9. Pero otros adivinos, los del país de Song, se servían para sus desciframientos no del Yi king, sino del Kouei tsang, manual que se tenía por más antiguo, ya que se veía en él el libro de adivinación en uso bajo la dinastía Yin. Para estos adivinos, las líneas pares (yin) valían 8, y las líneas impares (yang) 7. De hecho, parece que en la época Tch'ouen ts'ieou se utilizaban concurrentemente los dos sistemas de símbolos numéricos. Como lo muestra un pasaje del Tso tchouan79, optar por uno u otro de estos sistemas permitía a un operador astuto dar oráculos más convenientes.

Una doble observación se impone: la oposición del Yin y del Yang es esencialmente la de lo Par (8 o 6) y de lo Impar (7 o 9), y, por otra parte, 8 + 7, como 9 + 6, igualan 15.

Señalemos aquí que en el origen de las figuras adivinatorias el Hi ts'eu sitúa, después de los dos símbolos elementales (que se dice constituidos por una línea rota o continua), cuatro símbolos secundarios, a los cuales toda la tradición atribuye las designaciones de Gran Yang (o Viejo Yang), Pequeño Yin (o Joven Yin), Pequeño (o Joven) Yang, Gran (o Viejo) Yin80. A cada uno de estos símbolos corresponde un emblema numérico: el Viejo Yang y el Joven Yang (impares) valen respectivamente 9 y 7, el Gran Yin y el Pequeño Yin (pares) 6 y 8.

Ahora bien, si el Gran Yin (6) corresponde al Norte-Invierno, cuyo Elemento emblemático es el Agua (6), y el Joven Yin (8) es (ordinariamente) asimilado al Este-Primavera cuyo Elemento es la Madera (8), el Joven Yang (7) corresponde al Oeste-Otoño, aunque el Metal, emblema de este cuadrante del universo valga 9, mientras que 9 es el número del Viejo Yang, el cual gobierna en el Sur-Verano, sector cuyo Elemento (Fuego) vale sin embargo 7.

Los valores numéricos atribuidos a los 4 emblemas secundarios del Hi ts'eu implican una orientación de los números diferente a la que reciben cuando, connotando los Elementos, están dispuestos en cruz, como lo supone el Hong fan y como lo ha representado el Ho t'ou. La orientación que las aplicaciones espaciales de estos emblemas imponen a los números del Gran Yang y del Pequeño Yang (así como a los del Gran y Pequeño Yin) es, al contrario, la del cuadrado mágico, en la que 9 así como 4 (números congruentes) están dispuestos en la cara Sur y 7 así como 2 (números congruentes) en la cara Oeste, 6 (y 1) como 8 (y 3) estando respectivamente situados en las caras Norte y Este.

En las representaciones, por otra parte tardías, que se han dado de estos, los cuatro símbolos secundarios están representados (fig. 13) como formados por dos líneas81. Hay muchas probabilidades de que esta representación sea debida a un trabajo de abstracción que derivara de una clasificación de los Trigramas sobre la cual el Chouo koua insiste mucho y de la cual el Hi ts'eu proclama el principio82. Este principio debía de tener extrema importancia para gentes que, por oficio, manejaban constantemente el par y el impar.


fig. 13


Se funda en la observación de que el par se obtiene uniendo pares e impares (como también añadiéndose a sí mismo), mientras que el impar se crea gracias a una suma o más bien a una síntesis (hablando exactamente: a una hierogamia) del par y del impar. Se consideraba también como yin (par) a los Trigramas hechos con dos líneas yang (par de impares = par) y con una línea yin [par (de impares) + par = par], y como yang a los Trigramas hechos con dos líneas yin (par de pares = par) a las cuales se añadía una línea yang [par (de pares) + impar = impar]. Los cuatro Trigramas pares comprendían un Trigrama (hecho con tres líneas rotas) en el que se veía el emblema de la madre y al cual se oponían tres Trigramas, llamados las tres hijas, formados por dos líneas macho y una línea hembra. Si se supone (como parece indicado) que toda línea hembra, par, vale 2, y que toda línea macho, impar, vale 3, los tres últimos Trigramas podían ser expresados por el valor 8 [= (3 + 3) + 2] y el primero por el valor 6 (= 2 + 2 + 2). Así mismo, a los tres Trigramas yang, denominados los tres hijos (hechos con una línea yang y con dos líneas yin), convenía el valor 7 [= (2 + 2) + 3] –y el valor 9 (= 3 + 3 + 3) al último Trigrama enteramente hecho de yang, y calificado de padre.

Se ve que los números expresados gráficamente mediante los emblemas del padre y de la madre son respectivamente los del Viejo Yang y del Viejo Yin, y se puede deducir que los emblemas numéricos atribuidos al Joven Yang y al Joven Yin dependen de la representación de los Trigramas calificados como hijos e hijas.

La clasificación de los Trigramas que parece corresponder a estas equivalencias numéricas es la que utiliza la ordenación inventada, se dice, por el rey Wen –célebre por su Ming t'ang: ahora bien, la disposición del Ming t'ang pasa por ser inspirada por el cuadrado mágico, mientras que la ordenación del rey Wen es puesta en relación con el Lo chou, que se representa con ayuda de este cuadrado.

En esta ordenación83, los cuatro Trigramas machos se extienden del Noroeste al Este y los cuatro hembras del Sudeste al Oeste, separados por un eje E.-S.-E. – O.-N.-O. Si se orientan conforme a sus equivalencias tradicionales los símbolos numéricos del Joven y del Viejo Yang, del Viejo y del Joven Yin (fig. 14), es un eje de dirección análoga el que separa el grupo impar (S.-O.) del grupo par (N.-E.).



fig. 14


Al contrario en la ordenación llamada de Fou-hi84, los Trigramas yang [definidos, esta vez, como tales por el sexo (macho) de su línea inferior (línea interior en la ordenación en octógono)] se extienden del Sur al Nordeste, y los Trigramas yin (caracterizados por su línea inferior rota) del Norte al Sudoeste. El eje que los separa sigue en este caso la dirección S.-S.-O. – N.-N.-E (fig. 15).



fig. 15



Esta última repartición concuerda quizás con la disposición de los números cuando representan a los Elementos y forman una cruz, ya que, en este caso, la pareja 7-8 (S.-E.) está separada de la pareja 9-6 (O.-N.) por un eje cuya dirección es análoga a la de la línea de separación de los dos grupos de Trigramas en la ordenación atribuida a Fou-hi. Este esquema pretende sin duda poner de manifiesto el equilibrio del Yin y del Yang representados por dos parejas numéricas de valor equivalente (9 + 6 = 8 + 7 = 15). — Sin duda también la misma idea está ilustrada por el dispositivo del rey Wen. En efecto, si se reemplazan los Trigramas (madre e hijas, padre e hijos) por sus equivalentes numéricos, se percibe que los grupos yang e yin se equilibran también [(8 x 3) + 6 = (7 x 3) + 9 = 30]. Pero, en el dispositivo donde figuran solos, situados en los puntos cardinales, los números significativos de los 4 emblemas secundarios del Hi ts'eu, es un eje E.-S.-E. – O.-N.-O. el que separa a los números impares (9-7) de los números pares (6-8). Las dos parejas que se hallan así diferenciadas tienen, esta vez, un valor desigual: una vale 16 y la otra 14, o sea 8 x 2 y 7 x 2, lo cual, quizás, justifica la atribución de los valores 8 y 7 a los emblemas elementales del Yin y del Yang (fig. 16). Pero, lo mismo que la razón 8/7, la razón 9/6 es evocada por esta ordenación.



fig. 16


En efecto, una tradición incorporada al Po hou t'ong permite estimar que se debe vincular al grupo impar 9-7 el número central 5 (= Tierra). El Po hou t'ong85 afirma que hay 2 (par) Elementos yang (impar), a saber el Agua y la Madera cuyos valores (6 y 8) son (sin embargo) pares, y 3 (impar) Elementos yin (par), a saber los 3 Elementos (de valor impar sin embargo) 5, 7, 9: Tierra, Metal, Fuego (1). Esta teoría, en apariencia paradójica, lleva consigo una nueva ilustración de un tema que ya he señalado: los juegos del Yin y del Yang (hembra y macho) tienen como principio una inversión de atributos (par e impar) que resulta de un cambio hierogámico. La clasificación del Po hou t'ong supone verosímilmente la intención de poner en evidencia el valor global de los dos grupos desiguales (3 frente a 2) de Elementos. Aquellos que se considera como yin (aun dándoles símbolos impares y agrupándolos por 3) valen 21 (= 3 x 7), mientras que valen 14 (= 2 x 7) los Elementos calificados de yang (que se agrupan por 2 y que han recibido símbolos pares): se pone así de manifiesto que la razón (invertida) del Yang (3) al Yin (2) es 14/21, o sea 2/3. Hay muchas probabilidades de que la clasificación de los Trigramas del rey Wen sea una ilustración del mismo tema, puesto que la orientación de los Emblemas secundarios, de la que ella parece solidaria, opone también 6 y 8 (total: 14 = 2 x 7) a 9 y 7, a los que es necesario, sin duda, añadir 5 (emblema del centro), (total: 21 = 3 x 7).

Hecho notable, la razón (invertida) del Yin y del Yang se halla evocada de manera análoga en el cuadrado mágico el cual, si se cree a Tcheng Hiuan, testimonia el orden constitucional de los Trigramas. Se ha visto que este orden aparece precisamente en la ordenación que es atribuida al rey Wen. A los Trigramas yang (N.-E.) corresponden las parejas congruentes 3-8 y 1-6, cuyo total vale 18 (= 2 x 9); a los Trigramas yin (S.-O.), las parejas 4-9 y 2-7, las cuales, si se les añade el 5 central, valen 27 (= 3 x 9): lo cual fija aún en 2/3 la razón (invertida) del Yang y del Yin representados por las dos familias de Trigramas (fig. 17).



fig. 17


Ahora bien, si el cuadrado mágico puede evocar esta relación, vamos a ver que es precisamente bajo los aspectos en que ella interesa particularmente al Hi ts'eu86.

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El Hi ts'eu contiene un importante desarrollo sobre los números. Este desarrollo va encaminado a mostrar que los emblemas adivinatorios son capaces de evocar la totalidad de las cosas –lo que los Chinos llaman los Diez mil Seres o Esencias (wan wou).

Los adivinos podían precisar el número de estos, que era, según ellos, 11520. En efecto, los 64 hexagramas conllevan 384 líneas (= 6 x 64), o sea 192 líneas pares y 192 líneas impares. Al valer el par los 2/3 del impar, se admitía que las 192 líneas pares representaban 4608 (= 192 x 24) Esencias femeninas, las 192 líneas impares 6912 (= 192 x 36) Esencias masculinas, aunque el total de las cosas yang e yin era 11520 (= 4608 + 6912). 10000 es un Gran Total popular. 11520 es el número más próximo a 10000 que sea múltiplo a la vez de 360 [número teórico de los días del año] y de 384, [que representa a al vez el total de las líneas emblemáticas y el total de los días de un año embolismal87: 11520 = 384 x 30 y 360 x 32 o también [(216 + 144) x 32].

A una división del total de las cosas en 5 partes que permite oponerlas según la relación 3/2 (= 6912 / 4608 = 192 x 36 / 192 x 24), según la observación 60 = 5 x 12 (= 36 + 24), corresponde una división de ese total que es el año en 5 partes, valiendo cada una 72 (= 6 x 12): se llega así a descomponer 360 según la relación 3/2, oponiendo 216 (= 3 x 72), emblema del Yang (impar), a 144 (= 2 x 72), emblema del Yin (par).

A los pasajes en los cuales expresan la razón 3/2 en términos que les parecen significativos, los autores del Hi ts'eu yuxtaponen observaciones sobre los diez primeros números que infunden la intención de oponer lo par y lo impar.

Después de haber declarado que los 5 primeros números impares son producidos por el Cielo y los 5 primeros números pares por la Tierra, indican que estos diez números se disponen en el Espacio de manera que formen parejas par-impar. Estas 5 parejas pueden ser, –y tal es la opinión de los glosadores,– las parejas constituidas por 2 números congruentes a 5 (1-6, 2-7, 3-8, 4-9, 5-10): se sabe que estas parejas se encuentran, orientadas, tanto en el Ho t'ou como en el cuadrado mágico (Lo Chou). En el Ho t'ou, están dispuestas en el centro y en las ramas de una cruz. Basta abatir en ángulo recto las cuatro extremidades de la cruz para obtener la disposición en cuadrado mágico, si se tiene cuidado de dedicar las posiciones cardinales a los números impares, y de invertir las parejas 7-2 y 9-4 (fig. 18).



fig. 18


Expresada por autores a quienes preocupa visiblemente las divisiones en 5 partes, la idea de disponer 5 parejas de números congruentes en los sectores del Espacio puede pasar por una alusión a la disposición en cruz en la que están representados con su orientación los emblemas de los 5 Elementos. Pero, sin rehusar admitir esta tesis, no se debe olvidar que la interpretación tradicional del Hi ts'eu atribuye al Viejo Yang, símbolo del Sur, el emblema 9, y al Joven Yang, símbolo del Oeste, el emblema 7. No es más que en el cuadrado mágico que 7-2 está al Oeste y 9-4 al Sur.

Ahora bien, el Hi ts'eu, si insiste sobre la posibilidad de formar 5 parejas par-impar con los 10 primeros números, insiste, por otra parte, en el valor total de estos diez números, que es 55. 55 vale 5 veces 11, y se puede formar 5 parejas par-impar (1-10, 2-9, 3-8, 4-7 y 5-6) que suman cada una 11. El Hi ts'eu no deja de señalar que los 5 primeros números pares valen 30 (= 5 veces 6) y los cinco primeros números impares 25 (= 5 veces 5). La oposición de lo par y de lo impar, tal como se manifiesta en los 10 primeros números considerados como representativos de toda la serie numérica, tiene pues por símbolo la razón 6/5, lo cual debe dar al número 11 [= 5 + 6] un prestigio igual al del número 5 [= 3 (Cielo, redondo) + 2 (Tierra, cuadrado)]. La importancia atribuida al 11 no puede sorprender cuando se conoce el papel de clasificador privilegiado que pertenece al 5, emblema de la Tierra (cuadrado), como al 6, emblema del Cielo (redondo).

Por lo demás, este valor de 11 está afirmado por un adagio notable citado por el Ts'ien Han chou.

El autor de la Historia de los Primeros Han88, después de haber recordado la opinión tradicional que hace del 6 el Número del Cielo (y de sus Agentes) y del 5 el Número de la Tierra (así como el de los Elementos), recuerda el dicho: "Ahora bien, 5 y 6, es la Unión central [o, también, la Unión en su Centro (tchong ho)] del Cielo y de la Tierra." Los glosadores se contentan con decir que 5 está en el Centro de la serie impar (1, 3, 5, 7, 9) creada por el Cielo, 6 en el Centro de la serie par (2, 4, 6, 8, 10) creada por la Tierra. Esta nota, –que nos lleva de la manera más precisa a las especulaciones numéricas del Hi ts'eu,– podría sorprender, puesto que se trata de explicar que 5 (impar) pertenece a la Tierra (yin), mientras que 6 (par) pertenece al Cielo (yang). Ella no es explicativa sino a condición de sobrentender que la Tierra y el Cielo, cuando se unen, cambian sus atributos, y uno de los intereses de los textos comparados por el Ts'ien Han chou es afirmar explícitamente que este cambio resulta de una hierogamia. Pero el autor continúa afirmando que 11 [resultado de la unión (ho) de los números centrales (tchong)] es el número por el cual se constituye en su perfección (tch'eng) la Vía (Tao) del Cielo y de la Tierra.

Esta Vía que, calificada emblemáticamente por 11, va del 5, situado en el medio, es decir en la cruz de los números impares, a 6, situado igualmente en la cruz de los números pares (fig. 19), reúne manifiestamente mediante su centro [y enteramente a modo de gnomon levantado, como un árbol, en medio del Universo] dos cuadrados mágicos superpuestos89 (fig. 20).



fig. 19



fig. 20


En el cuadrado mágico de centro 5, mientras que los números pares, situados en los ángulos, señalan el extremo de las ramas en escuadra de la cruz gamada, los números impares ocupan las posiciones cardinales, y 5 está en el centro de 1, 3, 7, 9. Pero, si se reemplaza cada uno de los números de este cuadrado por el número que, añadido a él, da 11, se obtiene un nuevo cuadrado mágico (centro 6; valor total, en todos los sentidos, de los números situados en una misma línea: 18). Los números impares ocupan aquí los cuatro extremos de la cruz gamada, y, repartidos en las posiciones cardinales, los números pares enmarcan al 6.

Se empezará por observar que, 6 (representante de la pareja 6-1) al pasar al Centro, éste cambia sus atributos (5-10) con respecto al Norte, y que, igualmente, el Oeste y el Sur cambian sus símbolos numéricos (2-7 y 4-9). Se observará sobre todo que aparte del pasaje citado del Ts'ien Han chou, la literatura china no parece contener ninguna alusión al cuadrado mágico de centro 6. Esto debe llevar a pensar, no que este cuadrado no gozara de prestigio alguno, sino, muy al contrario, que buena parte de la antigua ciencia de los números era algo misterioso: de este saber esotérico pueden testimoniar únicamente alusiones furtivas.

La figura formada por la superposición de los cuadrados de centro 5 y 6 es notable porque está constituida por 9 parejas pares-impares que valen cada una 11 y que valen 99 en total. Ella convenía admirablemente para suministrar una representación total del Universo, al mismo tiempo que una justificación numérica de una teoría esencial, la de la acción recíproca e imbricada de los Agentes y Dominios celestes (los 6 Tsong) y de los Agentes y Dominios terrestres (los 5 Hing) en las 9 Provincias de la Tierra y del Cielo.

Sabemos, por lo demás, que los adivinos utilizaban un instrumento cuya disposición recuerda a esta figura. Se trata de ella en el Tcheou li90, y las excavaciones japonesas de Lo lang91 han permitido descubrir un ejemplar fabricado antes de la era cristiana. Este instrumento se compone de dos tablillas, una de madera dura (yang), la otra de madera blanda (yin), una redonda (Cielo), la otra cuadrada (Tierra); están hechas para ser superpuestas y para girar independientemente una de la otra, ya que están horadadas en el centro con un pequeño agujero destinado posiblemente a servir de muesca a un vástago perpendicular formando pivote. Sobre una y otra están inscritos diferentes emblemas clasificatorios: símbolos de los meses, signos cíclicos, constelaciones y trigramas, estos últimos estando situados, en la disposición del rey Wen, sobre la tablilla cuadrada (Tierra). Si hay motivo, como creo, para establecer una comparación entre este utensilio adivinatorio y el doble cuadrado mágico, se deberá concluir que éste, evocando la idea de ángulo recto y de escuadra, debía sugerir la idea de un movimiento circular.

Se ha visto ya que los cuadrados mágicos, desde el momento que se tiene cuidado de reunir entre ellos las parejas congruentes, reproducen una disposición en esvástica: por sí misma, ésta sugiere la idea de un movimiento giratorio. — El Hi ts'eu, precisamente, invita a pensar que conviene leer los dos signos inscritos sobre cada rama de la cruz gamada, no como una pareja de signos numéricos, sino como un número.

El Hi ts'eu92, en efecto, al mismo tiempo que insiste sobre el número 55, atribuye un papel privilegiado a 50 (emblema de la Gran Expansión). Se puede, a partir de este dato, adivinar la importancia que, para un pensamiento preocupado por el 5 y el 6, y también por el 50 y el 55 (5 veces 11), podía presentar una serie numérica formada por números que diferían entre ellos por la suma no de 1 unidad sino de 11 unidades y que, partiendo de 6 [sin llegar a 105 (= 55 + 50; pero 105 que comprende 1 y 5 puede asimilarse a 6, punto de partida de la serie)] comprendía, –además de 50, centro de la serie,– 8 números que se podían oponer 2 a 2, de manera que su diferencia fuera siempre 55.



fig. 21


Esta serie (fig. 21) [6, 17, 28, 39, (50), 61, 72, 83, 94 (105)] merecía tanta más atención cuanto que se podía además formar con ella 4 parejas de números de manera que el total de cada una de ellas fuera 100, sucediéndose, las cifras que figuran en la columna de las unidades, en el orden ocupado por ellas en la serie numérica. Los 4 más fuertes de estos números son además notables porque cada uno de ellos se escribe con ayuda de una pareja de números congruentes [61, 72, 83, 94 (y, lo mismo, 105)]. Ahora bien, estos son los números que se pueden leer sobre las diversas ramas de las cruces gamadas numéricas inscritas en los cuadrados mágicos.

El Hi ts'eu invita, por sí mismo, a esta lectura. Algunos detalles míticos vienen, de manera inesperada, pero no sorprendente, a testimoniar su legitimidad.

Los soberanos que fundaron las dinastías sucesivas, según que la Virtud del Cielo o la de la Tierra los animaba, fueron alternativamente altos o bajos, ya que el Cielo se extiende en altura, y la Tierra en anchura93. Los chinos han guardado piadosamente la memoria de este tema esencial. Han conservado también un recuerdo preciso de la talla de los Héroes que más veneraban94. Chouen, que poseía la Virtud de la Tierra, era rechoncho y no tenía más que 6 pies 1 pulgada (61 pulgadas), mientras que Yao, su antecesor, tenía un cuerpo (o quizás una cabellera) que medía 7 pies 2 pulgadas (72 pulgadas). Se puede pensar, ya que el cuerpo de un Fundador sirve de patrón a una dinastía, que estos números gobernaron el sistema de pesos y medidas que estos soberanos establecieron, mientras que, al dar un calendario nuevo a una era nueva, reorganizaban las dimensiones del Tiempo. Estos mismos números, –hecho curioso, si no inesperado,– gobernaron en todo caso las divisiones de su tiempo de reinado o de existencia. Este tiempo, cuando se trata de un Soberano perfecto, es de 100 años. Bastará pues trasladarse a la figura anterior (fig. 21) para saber que Chouen, que vivió 100 años, reinó 39 años: este Héroe de 6 pies 1 pulgada tomó el poder a los 61 años. En cuanto a Yao (72 pulgadas), que reinó 100 años, no conservó la autoridad efectiva más que durante 72 años: vivió durante 28 años como soberano retirado. No tenemos información precisa sobre la talla de los Fundadores de tres Dinastías reales. Sobre el rey Wen, fundador de los Tcheou, pocos detalles míticos se han conservado. Sabemos, sin embargo, que cedió a su hijo parte de los 100 años que formaban su lote de vida. El rey Wen era gordo y bajo: quizás 50 le convenía mejor que 100 para medir su talla. Por lo que respecta a Yu el Grande, fundador de los Hia (cuya alta estatura ha permanecido célebre aunque se le atribuya la Virtud de la Tierra), vivió 100 años, reinó 17 años y, puesto que subió al trono a los 83 años, al parecer mediría 8 pies 3 pulgadas. Penetrado por la influencia del Cielo, el fundador de los Yin, T'ang el Victorioso, tenía más razones aún para ser muy grande. La Historia no ha olvidado su talla. Esta, lo que no es el caso de Chouen y de Yao, se expresa mediante un número entero de pies: T'ang, se nos dice, tenía 9 pies de altura, es decir 90 pulgadas; parece pues faltarle 4 pulgadas, ya que Chouen y Yu tenían 61 y 72, y, puesto que los números 83 y 50 (o 100) parecen jugar un papel en la vida de Yu y del rey Wen, el único de los 5 números inscritos sobre la cruz gamada que queda disponible es 94. Mas, por un notable hallazgo, si no se le da a T'ang más que 90 pulgadas, se le atribuye ya sea brazos largos, –largos de 4 codos,– ya sea brazos adornados de 4 codos. Ahora bien, la palabra de la cual la iconografía mítica, entendiéndola por "codo (parte del brazo)" o por "codo (medida)", se ha adueñado para pintar, con más esplendor, el poder de T'ang, no difiere sensiblemente de la palabra que significa "pulgada"… Hay muchas probabilidades de que, para dar al Héroe brazos con 4 codos o de 4 codos, se haya quitado 4 pulgadas a su talla.

Este conjunto de hechos míticos tiene demasiada coherencia como para no sacar la conclusión de que las parejas de números congruentes inscritos en los cuadrados mágicos se leían como los números 94, 83, 72, 61, 50 (o 105: 5-10 o 10-5). En los dos cuadrados (fig. 22), las ramas opuestas de la cruz gamada forman dos parejas, una Sur-Norte, la otra Este-Oeste, perfectamente equilibradas puesto que sus pesos numéricos, si puedo decir, son equivalentes, –como conviene en figuras hechas para sugerir la idea de giro. Parece, por lo demás, que el movimiento de giro que se quiere representar es el del año. Las dos figuras, en efecto, evocan numéricamente 360.



fig. 22


El cuadrado de centro 5 tiene un mérito particular: evoca este número valorando la oposición (3/2) querida de los autores del Hi ts'eu, de 216 y de 144. En efecto, 83 + 61 se oponen a 72 + 94, a los cuales conviene añadir 50 representado por el 5 (sustituto de la pareja congruente 5-1095) situado en el centro de la cruz.

El cuadrado de centro 6 no es menos rico en poder representativo. La suma de los números inscritos en su contorno, que es igual a 354 (= 2 x 177), expresa el número de días del año luni-solar, mientras que 6, situado en el centro, permite recordar el total 360 (= 354 + 6) y, sin duda también (ya que 6 es el sustituto de la pareja congruente 6-1 y 61 x 6 = 366), el total de los días del año solar (366) –lo que sugiere la idea de las intercalaciones necesarias y puede indicar el ritmo de éste, 6 haciendo pensar en los 60 (= 12 x 5) días que, en un período de 5 años, deben ser repartidos entre los dos meses suplementarios.

Estas observaciones imponen la idea de que este cuadrado (lo mismo que el cuadrado de centro 5) era conocido por los Maestros del Hi ts'eu, y que estas dos disposiciones (por lo demás solidarias) de los primeros números eran consideradas por ellos como traducciones numéricas de la ordenación octogonal de los símbolos adivinatorios. El Hi ts'eu, en efecto, a propósito de estos símbolos y de la manipulación de las fichas que servían para construirlos y también para calcular, hace expresamente alusión a la práctica de la doble intercalación quinquenal96.

El Reverendo Legge negaba con indignación toda apariencia de sensatez a este pasaje del tratado. No se ve, dice, cómo formando agrupaciones pares e impares de varitas se podría determinar el número de días a intercalar y el ritmo de las intercalaciones. Es cierto… No es ni mediante cortes97 practicados en un juego de varitas, ni mediante la construcción de cuadrados mágicos como se ha establecido las leyes del calendario. Pero no correspondía a los adivinos instituir estas leyes. Bastaba con que hicieran brillar la eficacia de una institución que gobernaba su oficio.

Habían de tener en cuenta las representaciones sociales relativas al Tiempo y al Espacio y los sistemas imbricados de clasificaciones. Tenían también que dotar a todas estas convenciones de un prestigio que sedujera al pensamiento y justificara la acción. Se sirvieron para este fin de símbolos geométricos y aritméticos. Estos, como todos los emblemas, gozaban del poder de suscitar representando. Pero, más abstractos, en un sentido, que los otros, estos símbolos debían inspirar una especie particular de confianza: si se prestan a una multitud de juegos útiles para recordar los unos a los otros las clasificaciones más diversas, incluso en el momento en que se juega arbitrariamente con ellos, parecen gobernar el juego. Cuando se les utilizaba para representar la ordenación dada al Universo, la Imagen del Mundo que permitían construir sacaba de estos emblemas un aire de necesidad. Ella parecía garantizar la eficiencia de las manipulaciones que, sin embargo, hacía fáciles.

Mostrando que los símbolos adivinatorios que tenían que manejar se referían a disposiciones en las que los Números adornaban con el prestigio que les es propio a las divisiones convencionales del Espacio y a las leyes tradicionales del Calendario, los adivinos hacían resaltar su arte. Este parecía dominado por la ambición de hacer al Mundo, a la vez, inteligible y disponible. Cuando asimilaban al cuadrado mágico la rosa octogonal de sus Trigramas y ponían así de manifiesto las interacciones del Cielo y de la Tierra, del Yang y del Yin, de lo Redondo y de lo Cuadrado, de lo Impar y de lo Par, los Maestros de la adivinación podían jactarse de cooperar al Orden universal de la misma manera que los Jefes, cuando, circulando en su Ming t'ang cuadrado, se esforzaban por poner en movimiento la cruz gamada constituida por los símbolos numéricos de los Orientes y de las Estaciones.

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Las observaciones anteriores muestran el valor de las tradiciones recogidas (o restituidas) por los eruditos del tiempo de los Han o, igualmente, del tiempo de los Song. Los diagramas del Lo chou y del Ho t'ou son, sin duda, reconstituciones, pero debidas a intérpretes bien informados o que razonaron correctamente. Un dispositivo numérico se encuentra ciertamente en la base de la teoría de los Cinco Elementos, que expone el Hong fan, y las Nueve Secciones del Hong fan derivan, también ellas, de un dispositivo numérico. Las ordenaciones de los números en cruz simple o en cruz gamada servían ambas, –como el Yue ling lo hace ver y como se lo debe suponer desde el momento que se interpreta el Hi ts'eu,– para suministrar una Imagen del Universo y de sus diferentes divisiones en Sectores. Los mitos relativos a la ordenación del Mundo concuerdan con las tradiciones del arte adivinatorio: las divisiones del caparazón de la tortuga, la agrupación orientada de los Trigramas, el plano del Ming t'ang no se comprenden sino a condición de compararlos con la teoría de las Nueve Provincias o con la división de los campos en nueve cuadrados –y de reconocer a los Números, como su atributo esencial, una función clasificadora.

Esta no les ha sido atribuida tardíamente, por simples razones de comodidad nemotécnica, y como consecuencia del desarrollo del espíritu escolástico. Ella los caracteriza desde sus primeros destinos míticos y no ha dejado de caracterizarlos. Las primeras especulaciones sobre los Números están dominadas por el hecho de que se ve en ellos rúbricas emblemáticas que gobiernan los sistemas tradicionales de clasificaciones. Esta actitud con respecto a los Números, que aparece en el Hong fan así como en el Hi ts'eu, está testificada desde los primeros comienzos de la literatura sapiencial.

Las utilizaciones que han podido hacer de los Números los diferentes técnicos, lejos de modificar esta actitud fundamental, más bien la han reforzado. Asimilados a lugares, y siempre considerados en relación con Tiempos y Espacios concretos, los Números tienen como papel esencial no el de permitir sumas, sino el de representar y ligar entre ellos diversos modos de divisiones, válidas para tales o cuales agrupaciones. Más que para calcular cantidades diferentes se les emplea para anotar las organizaciones variables que se puede atribuir a tales o cuales conjuntos. Las diferencias cualitativas de estas agrupaciones y su valor de Total absoluto interesan mucho más que su valor aritmético, tal como nosotros lo entendemos. Se desea dividir en sectores antes que pensar en hacer sumas de unidades.

De donde la importancia: por una parte, de números, tales como 5 o 6, que se destinan al Centro y que, considerados como expresiones privilegiadas de lo Total, sirven sobre todo, empleados como divisores, para simbolizar modos de repartición; por otra parte grandes números, tales como 360, fáciles de dividir, que aparecen como expresiones periféricas de lo Total. — Sin duda, estas disposiciones del espíritu chino han ganado fuerza como consecuencia del uso que los técnicos del Calendario y de la Música han hecho de los Números. Como los han empleado para expresar –no digo para medir– relaciones, de sectores o de ángulos, la aritmética, permaneciendo al servicio de una geometría adaptada a un Espacio-Tiempo concebido como un medio concreto, no se ha transformado en ciencia de la cantidad.

Traducción: Miguel A. Aguirre

 
  

1ª Parte
NOTAS
76 El fin de los primeros Han y el comienzo de los Han posteriores forman una época (alrededor de la era cristiana) en la cual, por razones políticas (como por ejemplo bajo los Song), abundaron las obras sobre el Yi king y los diagramas mágicos. Estas obras (calificadas de wei) constituyen una tradición que los eruditos, indígenas u otros, estiman impura: sería poco crítico seguirlas y fechar de los Han todo lo que no está certificado antes de los Han. Por lo demás el Ta Tai li ki pertenece a la tradición ortodoxa, y puesto que Tcheng Hiuan corrobora su testimonio, se presume a favor de la tesis de que el prestigio del cuadrado mágico es anterior a los Han.
77 Yi king, L., 369.
78 [Nota del traductor: (en aritmética) cociente de dos números.]
79 Tso tchouan, C., II, 236.
80 Yi king, L., 375.
81 Ibid., pp. 58, 423.
82 Ibid., pp. 388, 422.
83 Véase lafigura 9.
84 Véase lafigura 8.
85 Po hou t'ong, 4. Los elementos están entonces enumerados en el orden, Metal, Madera, Agua, Fuego (Tierra), orden que deriva de las equivalencias establecidas por el Chouo koua (Yi king, L., pp. 430-432) –estando los Trigramas enumerados en un orden que supone la disposición de Fou-hi– entre K'ien y el Metal; Siuan y la Madera, K'an y el Agua, Li y el Fuego (lo que supone que K'ien y Siuan se oponen –así como K'an y Li– : ahora bien esto no es verdad más que en la disposición del rey Wen: prueba de que las dos disposiciones se implican una a otra, lejos de ser consideradas como contradictorias).
86 Yi king, L., 365.
87 El menor múltiplo común de 360 y 384 es 11520 / 2. Siendo el año luni-solar (6 meses de 29 y 6 meses de 30 días) de 354 días, y estimando los Chinos en 366 días el año solar (diferencia 12 días), se intercalaba, cada cinco años (12 x 5 = 60), 2 meses de 30 días (30 x 2 = 60); el 3 y el 5 año de un ciclo de cinco años tenían pues (354 + 30 =) 384 días. Obsérvese la importancia del ciclo de 5 años, la de intercalar 60 días, y el hecho de que la relación del número de años normales y de años embolismales es de 3 a 2.
88 Ts'ien Han chou, 21, p. 9.
89 Digo cuadrado, pero el Cielo es redondo, y hay razón para suponer que la distancia celeste de los números debe, de alguna manera, evocar el círculo. La ordenación en octógono propia de los trigramas tiene sin duda el mérito de implicar una participación del círculo y del cuadrado. (Cf. infra, p. 266-268).
90 Tcheou li, BIOT, op. cit., t. II, p.108.
91 YOSHITO HARADA, Lo Lang, p. 39 del resumen en inglés; p. 61, del texto japonés, figura 27 y plancha CXII. El hecho de que las tablillas pivotantes sean una de madera dura, la otra de madera blanda, impone la idea de que el instrumento imita a un antiguo utensilio para hacer fuego. Esta observación no deja de tener alcance, ya que diferentes tradiciones literarias o rituales conservan el recuerdo de un instrumento que sirve para obtener fuego por fricción gracias al movimiento rotatorio. Este instrumento era quizás utilizado todavía en ciertos casos en la época feudal. — Debo limitarme aquí a señalar (reservando para otra obra el estudio detallado) la existencia de todo un lote de ideas míticas que atestiguan la vinculación del tema del fuego y de temas del giro, de la rueda y del pivote junto a temas del columpio, del mástil de la cucaña, del gnomon. Se encontrará (p. 264) la indicación de la relación de ciertos de estos temas con la noción de Tao y con las prácticas hierogámicas. Añadiré únicamente que la invención de la disposición de los trigramas llamada del rey Wen (en relación, como acabo de mostrar, con el cuadrado mágico, es decir con una ordenación de los números evocando la esvástica), está vinculada por la tradición a una prueba que pasa el aprendiz-jefe. Esta prueba, pasada en el curso de las fiestas de la larga noche, conducía a la renovación del año y de las virtudes reales, –y las fiestas se acababan cuando se avivaban las antorchas. Ahora bien, el mismo tema de las antorchas avivadas parece ligado a todo un conjunto de prácticas y de metáforas en relación con la idea de hierogamia.
92 Yi king, L., 365.
93 Tch'ouen ts'ieou fan lou, 7
94 Información sacada del Tchou chou ki nien y del capítulo 27 del Song chou.
95 5 (x) y 10 (+) se escribían antiguamente con ayuda de una cruz.
96 Yi king, ibid., p. 365 y nota p. 368. Legge escribe: "But how could such a process be of any value to determine the days necessary to be intercaled in any particular year?"
97 [Nota del traductor: como los cortes en la baraja.]


Antología