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Aquí publicamos la relación de cartas de Marsilio Ficino traducidas del volumen I en inglés The letters of Marsilio Ficino. Ed. Shepheard-Walwyn, Londres, 2001. Edición que a su vez es una traducción del latín, Opera omnia, tomo I. Ed. Bottega d'Erasmo, Turín, 1962. La presente traducción ha sido realizada teniendo en cuenta ambas ediciones.
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Marsilio Ficino saluda a Niccolò degli Albizzi.
Niccolò mío, has oído este proverbio: nada es más dulce que el beneficio. Pero ¿qué hombre obtiene beneficio? El que consigue lo que será suyo. Lo que conocemos es nuestro, pero todo lo demás es de la fortuna. Que los hombrecillos envidien a los ricos, cuyas arcas son ricas pero no su entendimiento. Tú, emula a los hombres sabios y buenos cuya inteligencia es semejante a Dios.
Advierte a tus condiscípulos que tengan cuidado con Scylla y Caribdis, es decir, con las atracciones de los placeres y la nociva inflamación de la mente entregada a la opinión en vez de al conocimiento. Recuérdales que un día, cuando subordinen la sombra de los placeres vanos al conocimiento, el placer más alto será para cada cual, precisamente, lo que es experimentado en lo más alto del intelecto, el supremo tesoro de la verdad. El árbol del conocimiento, aunque parece que tiene raíces más bien amargas, produce el fruto más dulce que cabe. Y recuérdales también que nunca hay exceso de este fruto, porque nunca hay bastante de él.
Quien duda, aún no ha aprendido lo suficiente, pero dudamos mientras vivimos. Así, debemos aprender mientras vivamos. En verdad, hemos de imitar al sabio Solón, quien incluso al morir buscó aprender algo pues se nutría con el alimento de la verdad y la muerte no era para él más que renacer. Jamás puede morir quien disfruta del alimento inmortal. Sócrates fue proclamado por Apolo el más sabio de todos cuando empezó a declarar a la gente que él no sabía nada. Pitágoras mandó a sus discípulos no mirarse en el espejo a la luz de una lámpara, sino a la luz del Sol. ¿Qué es el centelleo de un candil sino una inteligencia aún poco sabia? ¿Qué es la luz del Sol sino una inteligencia sapientísima?
Por consiguiente, si alguien desea examinar las características de su inteligencia, que no la compare con la del ignorante, sino por el contrario con la del más sabio; así podrá ver más claramente cuánto beneficio ha obtenido y cuánto le falta. Al alimentar a la inteligencia, debemos imitar a los glotones y los codiciosos, quienes siempre ponen su atención en lo que aún falta.
¿Para qué hablar más? El Señor de la Vida dice: “Nadie que habiendo puesto su mano en el arado mira hacia atrás es digno de recompensa”. También has oído acerca de aquella mujer que se transformó de viviente en estatua por ello. Y también cómo Orfeo, cuando miró hacia atrás, perdió a Eurídice, o en otras palabras, la profundidad de su juicio. Torpe y vano es el cazador que retrocede en vez de avanzar.
Adiós.
Traducción: Marc García.
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