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Características generales Los sacerdotes, que en general se consideran elegidos por las divinidades mismas para ejercer una función de intermediario entre los hombres y ellas, dirigen el ritual. Su lugar en la sociedad era de suma importancia, puesto que la vida entera de la comunidad tenía por fin principal el servicio de los dioses. Los Mayas estaban convencidos que sin el rito, la tierra se volvería estéril, la lluvia no caería, los seres vivientes no procrearían, y el Sol detendría su movimiento y moriría, acarreando la muerte de todo el cosmos. Así pues, la misión fundamental del hombre en la tierra era sostener y venerar a los dioses, como está expresado en los mitos cosmogónicos. Los ritos eran celebraciones públicas complejas, vinculadas a los períodos del calendario, ceremonias de advenimiento al poder y otros ritos de los gobernadores, ritos agrícolas, corporativos, curativos e iniciáticos, lo mismo que los ritos del ciclo de la vida: embarazo, nacimiento, infancia, pubertad, casamiento y muerte. El período Clásico nos ha dejado múltiples expresiones arquitectónicas y artísticas del rito maya, comenzando por los mismos centros ceremoniales, el corazón de las ciudades, con los templos de bases piramidales y los templos sobre plataformas, los oratorios, las plazas, los terrenos de juego de pelota, las tumbas y las innumerables obras esculpidas. El Sacrificio Sacrificio significaba "ser sagrado" e incluía todos los dones ofrecidos a las divinidades. Las ofrendas eran múltiples y variadas; como los dioses eran para ellos invisibles e impalpables, lo que se les daba para sustentarles eran materias sutiles como olores de flores, de incienso, y los sabores de alimentos y bebidas; pero principalmente se les daba la energía vital o espiritual que corría en la sangre de los animales y de los seres humanos. Por ello los dones esenciales eran aquellos que implicaban efusión de sangre y muerte de la víctima, lo que permitía la liberación de la energía vital. Así, en la mayoría de los ritos se practicaba el autosacrificio de sangre y la muerte ritual, tanto de seres humanos como de animales. El sacrificio humano
El sacrificio por la sangre en el mundo mesoamericano se explica esencialmente por el concepto de los dioses y el significado de la sangre, particularmente la del hombre. Para los Mayas, la sangre humana es sagrada porque viene de los dioses; contiene el espíritu o la energía vital de las divinidades quienes la dieron a los hombres al crearles, como dicen los mitos cosmogónicos. Así, existe una consanguinidad esencial entre los hombres y lo sagrado: la sangre es la energía vital cósmica que proviene de los dioses y debe volver a estos por el sacrificio. La sangre es la vida misma, y por lo tanto el sacrificio por la sangre es el don de la vida a los dioses para que puedan a la vez continuar existiendo y manteniendo la vida del cosmos. Sin la sangre, los dioses perecerían y el universo acabaría. Desde un sentimiento opuesto, el sacrificio significaba también alimentar a los hombres de la esencia divina. En numerosos sacrificios la víctima humana se transformaba en el dios mismo durante el rito, estaba adornada y venerada como él, y, después de haber sido sacrificada, era ingerida por los fieles. Esta comunión con el dios, además de sacralizar al hombre, daba el sentimiento de reafirmar los vínculos que unían a los miembros de la comunidad. En diferentes ritos, a la divinidad encarnada se la mataba frente al templo en la cúspide de la pirámide, después se la arrojaba desde la escalinata a la plaza donde era despedazada para ser ingerida por los fieles; esto simbolizaba el descenso del dios desde el recinto sagrado del cielo (representado por la pirámide) hasta el mundo de los hombres, donde se integraba de manera consustancial con ellos. Autosacrificio
La sangre se extraía con punzones de hueso de animales, cuerdas con espinas y otros objetos. En general se vertía sobre papeles o en recipientes que se ofrecían a las representaciones de los dioses. Diferentes obras muestran que este rito se practicaba en el período Clásico: se le ve, por ejemplo, en algunos dinteles de Yaxchilán (fig. 41 y abajo) y en los frescos de Bonampak.
El autosacrificio formaba también parte esencial de los ritos ascéticos; era un rito de entrada o de preparación para las ceremonias religiosas, pero era también un rito iniciático y una práctica habitual de los sacerdotes y chamanes; numerosos pueblos consideran en efecto que el ascetismo confiere poderes sobrenaturales permitiendo establecer un vínculo más directo con la divinidad.60 Además de la sangre, los ascetas ofrecían a las divinidades otro líquido sagrado considerado también como fuente de energía vital, el semen, obtenido a través de prácticas onanistas. Las ofrendas de sangre y de semen se acompañaban de insomnio, ayuno, abstinencia de relaciones sexuales, baños purificadores o al contrario de abstinencia de baños, oraciones, danzas y cantos ritmados, ingestión o aplicación de sustancias psicotónicas: tabaco, hongos y plantas alucinógenas, así como bebidas embriagadoras. Traducción: Miguel A. Aguirre |
2ª Parte (4) |
NOTAS | |
59 | Ver Nájera, Martha Ili, El don de la sangre en el equilibrio cósmico... |
60 | Garza, Mercedes De la, Sueño y alucinación en el mundo náhuatl y maya, México, Universidad Nacional Autónoma de México, Centro de Estudios Mayas, 1990. |
Antología |