Antolog'a de Textos HermZticos
LAS FUERZAS SAGRADAS DEL UNIVERSO MAYA
MERCEDES DE LA GARZA
2ª Parte (5)

LOS RITOS
(continuación)

Marcadores del juego de pelota de Copán.Copan, dioses jugando a la pelota.

45. Marcadores del juego de pelota de Copán, donde se ven dioses jugando a la pelota. 
731-751 d. C. Clásico Tardío (de Fash, 1991).  
Friso del Templo de la Cruz. Palenque.
46. Friso del Templo de la Cruz, Palenque (dib. M. Aguir Tasado en Maudslay, 1974). 

El juego de pelota como rito de los gobernantes68 
Uno de los ritos prehispánicos más frecuente e importante ha sido el juego de pelota, ya que hemos encontrado terrenos en todas las ciudades Mayas clásicas, y que estos están situados en los recintos ceremoniales (fig. 53; pl. 54, 70). El sentido simbólico del juego se revela en los bajorrelieves descubiertos en estos terrenos, particularmente en los marcadores; el juego está asociado a menudo a la cosmogonía, como lo muestra la comparación de estos bajorrelieves con el mito del origen contenido en el Popol Vuh

El significado religioso del juego de pelota está vinculado a uno de los conceptos fundamentales del pensamiento mesoamericano, el antagonismo de los contrarios, el cual hace posible la existencia del cosmos. Esto se expresa en diferentes mitos que cuentan la lucha entre seres luminosos y celestes y seres oscuros e infraterrestres, combate que se desarrolla en el terreno del juego de pelota. 

El juego de los hombres y la guerra sagrada simbolizaban la lucha de los dioses, quizás porque en el período Clásico el juego tenía la función ritual de hacer propicio, mediante la magia blanca, el movimiento astral, lo que equivalía a favorecer la existencia del universo. Por eso el juego de pelota aparece siempre vinculado al símbolo de la fertilidad de la tierra. Los bajorrelieves clásicos parecen representar tanto el juego de los dioses como el juego ritual de los hombres, que eran, en la época Clásica, principalmente los gobernadores mismos. 

La representación del juego de los dioses decora los marcadores del juego de pelota de Copán, estas tres obras que datan del siglo VI, han sido encontradas en la estructura IIb (fig. 45). El análisis de los diferentes elementos de estos discos revela que la acción tiene lugar durante la noche cuando el Sol está en el inframundo; aquí parecen representados el episodio iniciático de la aparición del Sol y de la Luna en el Popol Vuh, y el partido de pelota entre los héroes gemelos y los dioses del inframundo.69 

Jugador de pelota.
47. Jugador de pelota representado sobre un vaso polícromo. 
Clásico Tardío (de Hellmuth, Ballgame Iconography and Playing Gear, FLAAR 1987). 

Los marcadores de Copán muestran que para los Mayas de las Tierras Bajas el juego de pelota era ya en la época Clásica una explicación mítica del origen y del movimiento de los astros y de las oposiciones de la naturaleza, esta creencia perduró hasta la época en que fue escrito el Popol Vuh

Dentro de este significado sagrado, el juego de pelota tenía un carácter de rito de iniciación, era el paso de la vida profana a la vida sagrada por la adquisición de poderes sobrenaturales que permiten la comunicación directa con las divinidades. De la misma manera que los dioses astrales del Popol Vuh llegaron a la apoteosis a través del juego de pelota, los gobernadores del período Clásico parecen haber efectuado una parte de su iniciación de chamán por medio del rito del juego de pelota. 

Escalera jeroglífica. Yaxchilán.
48. Escalón VII de la escalera jeroglífica de la estructura 33 de Yaxchilán. Pájaro-Jaguar juega con una pelota que contiene el cuerpo de un prisionero. 744 d. C. Clásico Tardío (de Schele and Miller, 1986). 

Diferentes obras del mismo período, como los relieves de los escalones del Templo 33 (fig. 48) de Yaxchilán, el marcador de Cancuén y las losas del Museo de lo Indo Americano de Nueva York (fig. 50, 51), muestran al gobernador-sacerdote jugando a la pelota, llevando lujosas cofias; igualmente se encuentra diversas representaciones del dios K (la divinidad de los gobernadores) y, a veces, del dios supremo Itzamná jugando a la pelota. Los personajes están representados jugando o en una actitud pasiva, pero siempre engalanados con elementos del juego, y sus nombres aparecen en las inscripciones jeroglíficas asociadas a la representación: Pájaro-Jaguar en Yaxchilán, Garra de Jaguar en Seibal, etc... Los textos coloniales indígenas corroboran que el juego era practicado por los gobernadores.70 
 
Jugador de pelota.
49. Jugador de pelota con el característico cinturón y con tocado en forma de cabeza de venado. 
Pintura sobre vaso polícromo. Clásico Tardío (de Hellmuth, 1987). 

En los bajorrelieves de algunos terrenos postclásicos vemos también ritos de sacrificio por decapitación o por degollación, que tenían el sentido de fertilidad; este símbolo está materializado en diversas obras clásicas, en particular en la losa del Templo de la Cruz Foliada de Palenque, donde las espigas de maíz están representadas como cabezas humanas (fig. d). La cabeza está asociada al juego por la relación formal (esférica) que existe entre la cabeza, la pelota y los astros. Estos se conciben como cabezas de dioses decapitados, identificados con la pelota. Así, el movimiento de la pelota en el terreno imita el movimiento de los astros en el cielo.

Juego maya de pelota.
50. Escena de juego de pelota esculpida sobre un tablero procedente de un sitio maya desconocido (Sitio Q, Calakmul?). El jugador de la izquierda está vestido como Balanqué, mientras que su adversario representa a un dios del inframundo. Parece que los dos están representando el mito de los Héroes Gemelos, conocido a través del Popol Vuh. Clásico Tardío (de Schele and Miller, 1986). 
guerreros y juego de pelota.
51. Tablero con escena de juego de pelota que podría ser de la misma escalera de la que formaba parte el tablero de la figura anterior. Los dos jugadores están vestidos de guerreros y el de la derecha presenta varios elementos que lo definen como vencido en batalla (de Schele and Miller, 1986).

Ninguna fuente permite interpretar que se sacrificaba a un jugador, como se ha afirmado a veces, ya que el sacrificio por decapitación en el terreno del juego de pelota ,o en asociación con él, habría podido ser el de un prisionero de guerra o de un esclavo. 

Los bajorrelieves y los textos asociados con el juego de pelota, así como el emplazamiento de los terrenos en los recintos ceremoniales, revelan que el juego simbolizaba la idea del antagonismo cósmico de los contrarios, esencial en el pensamiento mesoamericano, y que el juego era un rito iniciático practicado por los gobernadores-chamanes y formaba parte de su sacralización; la finalidad del juego era hacer propicio, mediante la magia blanca, el movimiento de los astros que produce la temporalidad, así como la fertilidad de la naturaleza y la vida del cosmos en general.

Las creencias en la vida de ultratumba y el ritual funerario 
Las múltiples sepulturas del período Clásico encontradas por los arqueólogos evocan ceremonias funerarias complejas que corroboran las creencias sobre el destino humano después de la muerte expresadas en los escritos coloniales. Según éstas, el espíritu del hombre es inmortal, se separa del cuerpo en la muerte, y va a residir eternamente en uno de los tres lugares principales, de acuerdo al tipo de muerte: en el estrato más bajo del inframundo, denominado por los Quichés Xibalbá, y por los Mayas de Yucatán Mitnal, en el cielo, o en el "Paraíso de la ceiba", un lugar terrestre donde se eleva una gran ceiba.71 

Hubo diferentes maneras de disponer del cadáver: la inhumación (primaria y secundaria), la cremación y, quizás, la exposición al aire y el abandono.72 Los esqueletos están a menudo acompañados de otros restos, humanos o animales, entre ellos los del perro y los felinos. Hay diferentes tipos de fosas, desde el simple agujero en la tierra a la gran cámara funeraria construida con bóvedas, recubierta de una pirámide que hace la función de monumento funerario, como la de Pacal en Palenque, y la del Templo del Búho en Dzibanché, del Clásico Primario.73 Encontramos sepulturas bajo los templos y las casas, en grutas, grietas o agujeros en las rocas, en chultunes abandonadas (cisterna de agua o de grano), en vasos o urnas enterradas, y en cenotes (pozos). 

En Uaxactún y en otros lugares se encontró esqueletos de niños acompañados de falanges de adulto, que se supuso ser las de la madre: esta costumbre expresa que la madre acompañaba en cierta manera a su hijo.74 El entierro de los niños se hace lo más a menudo en posición fetal en el interior de vasos que simbolizan evidentemente el vientre materno, sin duda alguna con la idea de un renacimiento. 

Se ha encontrado también "paquetes mortuorios", restos de cuerpos envueltos en bandas de tela impregnada de una cierta resina o de un líquido que se petrifica, como el encontrado en 1994 por Ramón Carrasco en una sepultura del Clásico Tardío en la estructura 15 de Calakmul. 

Se ha encontrado igualmente numerosas sepulturas de enterramientos secundarios, es decir enterramientos de huesos o de otras partes del cuerpo que han seguido primero diversos tratamientos, como ingestión o exposición, así como inhumación. Estas son, en general, fosas comunes y seguramente de sacrificados.75 

Las sepulturas descubiertas contienen diversos objetos: herramientas, armas, cerámicas, adornos de concha, obsidiana, sílex, hueso, jade y otras piedras semipreciosas, cascabeles de cobre, instrumentos de música, figurines de divinidades, esqueletos completos o partes de animales, y otros objetos simbólicos de las energías sagradas para proteger al espíritu. Se encuentran aquí igualmente los objetos de uso corriente del muerto, como sus instrumentos de trabajo, los manuscritos y otros objetos rituales para los sacerdotes, así como los bienes parafernales si se trataba de un chamán. 

Todo esto corrobora la creencia según la cual el espíritu llevaría una existencia similar a la existencia terrestre y conservaría su identidad durante el viaje hasta el lugar designado según su tipo de muerte. Preferimos no llamar a esto ofrendas, puesto que ellas no significan un culto al muerto, sino un don de los vivos para ayudarle durante un lapso de tiempo después de su muerte corporal. 

Como los Mayas creían que los animales, las plantas, los minerales y hasta los objetos hechos por el hombre poseían también un espíritu, está claro que era esta parte invisible de los objetos la que sería utilizada por el espíritu del muerto; es por lo que en las sepulturas hay recipientes rotos intencionadamente, es decir, "matados". 

Los objetos más simbólicos en las sepulturas eran el jade u otra piedra que se colocaba en la boca, una cerámica volcada, caparazones de tortugas o piedras planas protegiendo la cabeza, dardos de raya manta en el pubis, huesos, dientes, y garras de felinos. El objeto sobre la cabeza es una protección del espíritu inmortal, puesto que se consideraba que salía del cuerpo por la sumidad de la cabeza; quizás esto le protegía contra el robo y la destrucción mientras comenzaba su camino hacia el mundo inferior. Los dardos de raya manta eran utilizados para el autosacrificio; eran colocados sobre el cadáver, quizás como señal de ofrenda de sí-mismo que haría el hombre a las divinidades a través de la muerte, para significar que en el más allá continuaría manteniéndolas y venerándolas. Pero no conocemos el significado de la relación con las partes genitales, a menos que haga alusión al autosacrificio de esas partes, que se prosigue hasta el fin en los ritos de la fertilidad. El jaguar simboliza, entre otros, el Sol durante su viaje hacia el inframundo, es por lo que las partes de su cuerpo colocadas en las sepulturas pueden simbolizar al hombre que desciende hacia el inframundo con el astro en su pasaje nocturno. Pero sabemos que el jaguar era el alter ego animal de los gobernadores y sacerdotes, chamanes que practicaban el autosacrificio utilizando puntas de raya manta, es por lo que las sepulturas mayas que contienen restos de animales son quizás las de los chamanes. En Kaminaljuyú se ha encontrado sepulturas en las cuales hay esculturas en forma de hongos, alusión al uso de los hongos alucinógenos, se trata seguramente de la sepultura de un chamán. 

El esqueleto de perro confirma la creencia según la cual este animal guiaba al espíritu hasta su última morada, creencia que no es solamente mesoamericana sino universal. 

La piedra, según las fuentes coloniales, era colocada sobre el muerto para que el espíritu se encarne en ella; por eso los Mayas la conservaban como algo precioso y le ofrecían sacrificios. Así, por su fuerza y su perennidad, la piedra simbolizaba el espíritu inmortal trascendido a la destrucción del cuerpo y llamado ol por los Mayas del Yucatán. 

El polvo rojo de cinabrio era de uso corriente. Se espolvoreaba con él el cuerpo en los enterramientos primarios (cuando la carne desaparece, el polvo se adhiere a los huesos, como en la tumba de Pacal); o bien se rociaba con él los huesos cuando los enterramientos secundarios. El color rojo significa nacimiento, por asociación con el de la salida del Sol, origen de la vida, es por lo que su uso en los muertos indica un rito de magia blanca destinado a favorecer la vida en el mundo inferior, o dar la inmortalidad. 

Los datos arqueológicos hablan también de veneración a hombres muertos deificados, pero solamente a aquellos que fueron hombres importantes, lo que es confirmado por las estelas de Copán que representan gobernadores y debajo de estos cámaras que contienen ofrendas. 

 Traducción: Miguel A. Aguirre

 

2ª Parte (6)

NOTAS 
68 Garza, Mercedes De la, Ana Luisa Izquierdo, "El juego de los dioses y el juego de los hombres. Simbolismo y carácter ritual del juego de pelota entre los mayas", El juego de pelota en Mesoamérica, raíces y supervivencias, México, Siglo Veintiuno Editores, 1992.
69 Ver el análisis detallado de las obras en De la Garza, El juego de pelota en Mesoamérica, raíces y supervivencias
70 Ver Testamento de los Xpantzay, en De la Garza, Literatura maya.
71 Garza, Mercedes De la, El hombre en el pensamiento religioso náhuatl y maya, México, Universidad Nacional Autónoma de México, Centro de Estudios Mayas, 1978.
72 Ruz Lhuillier, Alberto, Costumbres funerarias de los antiguos mayas, Universidad Nacional Autónoma de México, Facultad de Filosofía y Letras, México, 1968.
73 Campana, Y, Luz Evelia, "La tumba del Templo del Búho, Dzibanché"...
74 Ruz Lhuillier, Alberto, Costumbres funerarias de los antiguos mayas..., p. 115.
75 Ver Ibid.


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